martes, 22 de mayo de 2012

Floridor Perez

Su amor por la poesía comenzó a los 9 años.
En el colegio, Floridor Pérez se interesó por la política; su padre era comunista, y él encabezó centros de alumnos y representó a la comunidad en reuniones y encuentros. Años después promovió y presidió el primer Congreso de Estudiantes Normalistas de Chile, que dió como resultado la creación de la federación que los agrupó.
Estudió pedagogía en castellano en la Escuela Norma y ejerció durante muchos años como maestro rural de enseñanza básica en la VIII Región del Bio-bío, de educación media en el norte, y en el centro del país en las universidades Andrés Bello, de Chile, Católica y Adolfo Ibáñez.
Publicó su primer poemario, Para saber y cantar, en 1965.
Sobre su vena periodística, ha comentado: «En los 80, en la revista Apuntes y, en los 90, en Tareas escolares Zig-Zag. Y desde que era profesor en Los Ángeles Chile, mantenía una página semanal en el diario La Tribuna, que salía los sábados. Los domingos hacía un programa en la radio Agricultura que se llamaba Antena Literaria».
Durante el gobierno de Salvador Allende fue nombrado asesor en la editorial Quimantú.
En 1990 obtuvo la Beca Fundación Andes de escritor en residencia en la Universidad de Concepción.
Su obra no se circunscribe solo a la poesía: Floridor Pérez ha desarrollado una amplia labor de recopilación, conservación y difusión de las tradiciones chilenas, así como de compilador de cuentos populares, como el volumen Pedro Urdemales. Ha colaborado asimismo en diversos medios con comentarios de la obra de otros autores y ha publicado estudios sobre importantes escritores nacionales, por ejemplo, Manuel Rojas. Escribió desde el primer número en la revista Orfeo, fundada por Jorge Teillier en 1963
En 2011, gracias al Consejo de la Cultura, Floridor Pérez viajó a su pueblo natal. Allí dijo: «Yo había estado en la región antes, pero nunca había venido al lugar donde nací. Recorriendo estos parajes tan lejanos, lo único que puedo imaginar son las aventuras que deben haber pasado mis padres que se movilizaban en bote, debido a la total inexistencia de caminos en el año 1937».

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